martes, noviembre 29, 2005

Último momento: la magia existe

Estoy en gravísimo peligro de cometer algo que yo mismo condeno duramente: el sentimentalismo. Por eso, con cara de macho y gestos grotescos caminaré los sinuosos caminos de la bondad, la entrega, el desinterés y (me rasco la oreja y escupo en el piso) su exponente supremo: el amor como amor mismo.

"Estoy maso". Ese fue el lamento (nada grave).
De los miles de habitantes que hay en la Tierra, bastó con que uno solo diga "Hola, sé que estás ocupado, pero igual: Hola".
No hace falta entregar fortuna, augurios maravillosos ni sedas de la china a cada persona con la que nos crucemos para empezar a ejercer la bondad.
Es más, hace poco me enteré que mi abuelo desaprobaba la actitud de salir corriendo a comprar cosas para agasajar una visita inesperada: es suficiente con dar lo que se tiene. Repito: dar lo que se tiene.

"Hola" eso fue todo, y alguien inesperado (como no podía ser de otra manera) se ganó el "Maestro de turno" de esta etapa.

El camino es largo, y por lo que veo somos muchos en esto. Me parece que es hora de mirar a los costados, y digo bien, a los costados: ni arriba, ni abajo, ni adelante ni atrás. Extendamos las manos y también aprendamos a tomar la ayuda ofrecida.

El gesto más simple puede obrar en la transformación de un ánimo, que es, ni mas ni menos que una porción de la vida de alguien.

Me estoy perdiendo en las palabras, y perdí la intención original.
Se parece a algo así como: Somos todos parte de lo mismo, aprendamos a dar y a recibir como un gesto de armonía, de equilibrio. Intercambio de energía entre componentes de un mismo cuerpo.

Gracias.

"Solo sabiendo quién soy sabré qué es lo que quiero"

A veces se complica...

Pero me cach'en diez. ¿Será de Dios?...
Por qué será que a uno le da expresarse cuando se siente masomeno...

Supongo que será así como una autodefensa (sacar lo molesto pa'fuera) por un lado, y por otro, cuando estamos bien, solo nos concentramos en disfrutar el momento.
La cuestión es que en este preciso momento no estoy con todo el ánimo. Es complicado entender los giros y las lecciones de la vida. ¿Por qué nos toca lo que nos toca? ¿Hasta dónde nuestra responsabilidad es absoluta sobre los acontecimientos que nos aquejan?.

No sé, lo que en otros momentos no son mas que certezas, ahora se transforman en grotescas preguntas, en conocimientos inconclusos en inclusive (a mi modesto pesar) en misterios superfluos.
Todos los días tenemos lecciones. Hay momentos de lucidez en los que podemos comprender todo. O casi.
Y hay momentos obscuros, donde el panorama es negro, las salidas no existen o aún peor: son inalcanzables.
¿Qué gano escribiendo esto? No tengo la menor idea. De lo que sí estoy seguro es que no quiero escandalizar a nadie. En cierta forma, el cielo y el infierno conviven dentro nuestro, lo que pasa es que a veces (en forma prolijamente alternada) al barba o al rojo se les olvida la puerta abierta.

Tal vez un día sepa quién soy, quién fui y quien pretendo ser... mientras tanto, perdido en la niebla de una memoria fallida y muchas veces traicionera, sigo remando. No si antes mirar al cielo por enésima vez y agradecer el chusco sendero.


"Investiga tus recuerdos, son pistas para encontrarte."

"Me enseñaron a no pelear, y a nadie asusta mas una guerra que una paz insulsa."

martes, noviembre 08, 2005

Los vaivenes de la suerte

Este blog viene complicado, el problema es que ni yo sé exactamente de qué quiero hablar.
Voy a tratar de explicarlo...
Mi idea se acerca levemente a lo que sería el concepto de suerte, y de cómo definir a ésta como buena o mala.
La distancia entre los opuestos es diametral, no hay suerte más o menos mala, o casi buena. La famosa desgracia con suerte no es más que un aliciente para consolarse en algo hubiera sido mucho peor.
Sin embargo, sobre lo que yo quiero llamar hoy la atención es sobre otra cosa: las variables que están en juego, su interrelación y la asombrosa capacidad que tiene la realidad para encontrar una salida, para dar una vuelta más de tuerca.
Siempre hay un nuevo recurso disponible, siempre hay una puerta más.

"Contrajo una enfermedad que no tiene cura". No hay escape, no hay forma de que la suerte ayude, la realidad cerró los caminos...
"No, la enfermedad que contrajo en realidad es inofensiva, pero tiene los síntomas de una que es muy grave"
Ahí está, una puerta donde solo había una pared.

"El acta de nacimiento de mi bisabuelo se perdió para siempre en un incendio en una capilla en Italia: adiós ciudadanía europea..."
Esta vez si, no hay forma. La suerte, o mejor, las variables que maneja no saben de viajes temporales ni regeneración de documentos desde las cenizas.

"Me encontré con alguien después de muchos años, que de casualidad se enteró de los datos de nacimiento de mis bisabuelo español por otra rama familiar, otra esperanza..."
Siempre hay un giro más. Nunca podremos suponer todas las alternativas. Y si algún día lo logramos, allí estará la realidad para demostrarnos que se nos olvidó una: lo imprevisible.
Externamente los movientos fueron mínimos, pero la situación se transforma totalmente, llegando a alterar los acontecimientos ya pasados... Me emocioné, no me hagan caso.

De aquí se desprende tímidamente una enseñanza (como se desprende siempre de algo sobre lo que se medita), no tomemos las cosas a la tremenda. Siempre hay un camino más que seguir, un atajo que nos devuelve a la pista.
No reneguemos de la suerte, tal vez esté planeando para nosotros algo grandioso, único. O "simplemente" nos esté salvando la vida...

¿Cuántos milagros habrán ocurrido para que hoy estemos aquí?
Ojalá no lo sepamos nunca...

"Solo conociendo la historia completa puede comprenderse el fin"