jueves, junio 11, 2009

Primera revelación... cumplida! ¿Qué sigue?

De alguna manera todos estamos conectados, a más de un nivel. De hecho estamos conectados a todos los niveles que nuestra mente pueda abarcar, porque en definitiva somos la misma cosa.

No me interesa detenerme en la admiración de lo antedicho, ya que hoy no sorprende a nadie. Cada media hora nos topamos con alguien que, haciendo referencia a algún acontecimiento en el que sobró suerte, nos hace un guiño cómplice mientras hace la seña de "comillas" y dice que fue casualidad.
Ese pensamiento ya no es novedoso, ni trasgresor. Y eso es bueno.

No debemos sentir un orgullo desmedido por considerar que somos seres avanzados simplemente por sospechar que si estaba pensando en el panadero, y me cruzo a la hija del susodicho paseando el perro en la plaza, debe ser obra de alguna conciencia superior. Las pruebas son demasiadas, la palabra causalidad ya no impresiona a nadie. Esto es bueno porque ahora podemos dar un paso adelante, cambiar el "astuto intuir" por una búsqueda cabal. Experimentar, pensar en alguien y ver si lo podemos encontrar en la calle, ser buenos para recibir la recompenza, mandar instrucciones a la maquinaria celeste para lograr todo lo que deseemos.

Este paso al frente no solo es positivo, sino que es necesario, ya que corremos el peligro de tomar la actitud "yo-se-que-hay-algo-más" como un lugar común, quedarnos ahí para siempre y perdernos la magia de verdad, esa que, con un poco de fe (otro poco más) podemos llegar a controlar (o algo así).

Por eso, mis queridos desaforados, invoquen Dioses, concéntrense en lo bueno, desafíen al Universo. Si todo falla, la causalidad nos dirá que así tenía que ser, pero si algo llega a andar, si uno solo de nuestros conjuros hace girar la rueda del destino a nuestro favor, habremos encontrado el primer escalón de esa escalera que sospechamos (y sabemos) que nos llevará al cuartito del Maestro.

Joao
Oraculizando, Mario!

Una verdad será tuya en el preciso momento en que dejes de tener la imperiosa necesidad de enunciarla.