viernes, abril 13, 2012

Formas y caminos del amor

Estoy empezando a sospechar que el fin del mundo no va a ser tan hollywoodense (perdonen la expresión, pero es la que más se ajustaba).
Ni explosiones, ni anticristos, ni el hombre de malvavisco destruyendo Nueva York.
Por ahí algún que otro desastre natural, que viene a recordarnos un par de cosas. Uno, que estaría bueno que tratemos mejor el entorno. Y dos, que de todas formas le demos para adelante, el poder real lo tiene la naturaleza. Si se hubiera enojado de verdad con nosotros... ¿cuánto tiempo realmente piensan que duraríamos?

Vengo con noticias viejas, pero noticias al fin.
El fin del mundo es el fin del mundo oscuro, desconfiado, de individuos separados. Un mundo donde se supone que existe un concepto tal como la propiedad. Donde una persona "tiene" un pedazo de planeta, que le pagó a otro, o que simplemente marcó con mojones y decidió que otro ya no podría entrar.
Supongo que no está mal, como no está ni bien ni mal nada. Las cosas pasan, y enseñan.
El crecimiento necesita atravesar estadíos, no puedo saber si me conviene o no sufrir si nunca lo experimenté. Y por otra parte tampoco puedo apurarme a experimentar cosas. La vida tiene un ritmo, y si nos ponemos a observar, podremos captarlo muy fácilmente.
La humanidad trató, en su afán de control y de posesión, de generar "no ritmos" o peor: ritmos artificiales. Y lo hizo de la peor (a la vez que única) manera de hacerlo, aislándose de lo natural.

Lejos, lejísimos está de mí promover una vuelta a lo silvestre, a lo agreste. Conozco poca gente que sería feliz sin un baño, un auto y hasta un shopping. Y no creo que eso esté mal. Lo que sí me pregunto es: no estaría bueno atender más a las sensaciones del cuerpo, a las estaciones del año, a lo que nos dice la tierra?
Las cosas se hacen igual, todos los días. No importa si llueve, no importa si estoy triste, no importa si alguien perdió su casa o si no puedo para de llorar de alegría.
Las excepciones son eso: excepciones a un ritmo impuesto, que necesitan ser justificadas.
De la misma forma, mucha gente que presume de ser natural, se adentra en el monte pero no si antes equiparse con campera, botas, carpa, bolsa, aislante, y cuya regla principal es: no te mojes.
Una vez más, sería ridículo ir en ojotas, nuestra adaptación al mundo se basa en la inteligencia, en la tecnología, no en la velocidad o en la resistencia.
Pero justamente: la inteligencia. La inteligencia debería permitirnos entrar, observar, respetar y usar la infinita cantidad de información que ocurre en el mundo.

Como decía antes, no creo que eso esté mal. Simplemente es algo necesario.
Y ahora sí, esto es sospecha mía, me parece que algo se está despertando en la gente. O por lo menos en la gente que está cerca de mí.
De diferentes formas, se está despertando una necesidad de observación. De empezar a usar la intuición como fuente de verdad o como motivo suficientemente válido a la hora de tomar una decisión.
Y eso incluye (podría ser causa o efecto en realidad) un cambio en las relaciones. Empezar a observar al otro con una nueva sensación. Como si el otro fuera una parte mía. Como si la felicidad del otro determinara también mi felicidad.
Las miradas están hablando, estamos buscando algo.
No paro de traer novedades recalentadas del despertar de los 90', pero se me hace que se está asomando el amor.
Amor puro. Me resisto a usar la frase "Amor más allá de la condición de hombre y mujer", porque la sola mención de ese concepto acerca al Amor a lo que sería la atracción.
Son cosas distintas y punto. Ahora sé que se puede hacer el amor en Amor y también sé que se puede cambiar una lamparita en Amor. No es de lo que quiero hablar hoy.

Es esa sensación a la que me refería en un principio cuando mencionaba el fin del mundo.
No es fin, es cambio. Cambio de las personas, que empiezan a entender de forma natural que estamos todos relacionados. No solo entre nosotros, sino con lo que nos rodea. Tanto sea un árbol como una galaxia. Y que a su vez todo tiene un ritmo. Una mariposa que muere en 5 días, una estación o una etapa de desarrollo personal. Y cada una de esas cosas está regida por una energía, que si logramos identificar y acompañar, nos mantendríamos en paz con el evento. (Paz, que no hay que confundir con calma o tranquilidad...)
Algunos serán más sensibles, como pasa para cualquier cualidad humana. Algunos grupos se acercarán más rápido que otros y otros simplemente no lo verán nunca. (En nuestra era capitalista, todos sabemos que no hay que irse a África para encontrar un pueblo que se dedique a cultivar sus alimentos entre todos)
Y en esa dirección es bueno, por lo menos, mirar.
Tratar de escuchar los ritmos y las sensaciones naturales, tanto internos como externos.

¿Por qué?
No sé, no estoy seguro tampoco, pero tengo la idea de que ese movimiento nos va a liberar de una sensación que en algún punto muchos de nosotros tenemos.
Creo que nos vamos a liberar de la sensación de separación, de individualidad, que nos hace naturalmente amarretes.
Para vivir en amor, que no son corazoncitos y peluches.
Sino confianza y respeto.
Unión. Amor.

Joao

Mantente y serás sostenido