Quiero llorar a gritos.
Quiero reir toda la eternidad.
Quiero ver la foto que está en la tapa de la caja que contiene el rompercabezas universal en el que estamos. Aunque sea solo un momento.
Quiero entender que no voy a entender. Nunca.
Quier saber lo que me toca saber.
Entender mi raíz.
Quiero sumergirme en la realidad, tanto que atraviese los miedos, los conceptos, las ideas, la materia. La verdad.
La verdad está todos los días con nosotros. Lista a ser usada y disfrutada.
Todo lo demás es complejidad, unidad elemental del soporte de la vida.
Ver por encima del hombro del plan divino, de a chispasos es lo que nos toca.
Entender que estamos en la ilusión. que somos la ilusión.
Que nunca nada nos puede pertenecer, porque somos la interrelación de circunvoluciones energéticas.
Una onda en el tiempo. Un suspiro.
La complejidad nos da vida y sustento. Es el precio de respirar átomos, es la bendición de sentir el tiempo.
La dicha de sabernos experimentadores del mundo, la llave de la inmortalidad fugaz: experimentar el mundo.
Para nosotros, o para Dios en nosotros. Que es exactamente lo mismo.
Quiero dejar de querer, y a la vez lo quiero todo.
Llenar mi experiencia de experiencias, infinitas, vulgares, ridículas, majestuosas, simples. Únicas.
Quiero, deseo, me desangro por una sola cosa: tener el coraje vivir lo que me toca.
Juan Pablo
Perdido y encontrado