Estamos todos en un círculo, un ciclo de enseñanzas y aprendizaje, de Maestros y alumnos, de observadores y observados.
Esa maquinaria perfecta funciona con la más sutil de las energías: la intención.
Es nuestra actitud con la vida y con las personas que nos rodean lo que da la dirección y la fuerza a este sistema ininterrumpido de evolución.
Lo más interesante es que, aunque parezca mentira, los demás pensarán eso también de nosotros. A todos nos toca ser una dualidad gil/Maestro.
La idea se basa en compartir, con la misma naturalidad con la que uno vive.
Pero atención: cada uno de los componentes es tan importante como el sistema completo por una causa muy simple: el cristal con el que miramos. Enseñanzas hay de todo tipo todo el tiempo, si mi intención no está puesta en mejorar solo veré cosas que me destruyen, y en el sentido inverso, aunque mis enseñanzas (casi siempre involuntarias) sean destructivas, si el receptor está dispuesto a evolucionar, encontrará en ellas oro puro.
Me refiero a conexiones que están más allá de las palabras.
Hablo de crecimiento continuo y comunitario.
De la aparición de Maestro en los lugares mas extraños.
De cosas que de un día para otro y sin entender cómo, cambian para siempre.
Creo que esta vez las palabras no alcanzan, y tiene sentido, hay enseñanzas que son imposibles de hablar...
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