lunes, abril 30, 2007

¿Decido o no decido?

¿Por qué será tan complicado decidir algo?
¿Por qué cada vez que uno pone en la balanza algunos argumentos para determinar qué camino tomar, la inclinación está dada por el estado de ánimo, cuando tendría que ser algo absoluto?
En cierta forma un argumento es un conjunto de premisas que intentan demostrar algo.

Y uno se llena de argumentos, primero empieza escuchando argumentos ajenos, y de a poquito, como quien arma un collage (que palabra chota) empiezan a esbozarse lineamientos propios, teorías incompletas y puntos de vista miope sobre lo que se desea.
Luego, a la hora de tomar partido por algo, se agrupan las ideas, se las baraja un poco y se las pone sobre la mesa, y de golpe: listo! ya entendemos todo y nuestro camino es irrevocable. Pero algo no está bien...
Volvemos a barajar y repartimos nuevamente. Extrañamente el resultado resulta levemente diferente, cuando no diametralmente opuesto. Ya la cagamos.
No solo estamos como al principio, sino que además ya gastamos el "método científico".
...
Miramos y re miramos todo. La cosa sigue sin tener mucho goyete.
El tema es que un momento particular, le prestamos atención a algo que estuvo ahí desde el principio, pero que de por algún motivo ya olvidado (hablaremos de eso en otro momento) no tuvimos en cuenta.
Sensación. Presentimiento. Voz interior. Díganle como quieran, pero ahí está, siempre sugiriendo, opinando, apuntando hacia una de las opciones. Corre con una desventaja: carece rotundamente de argumentos, se parece mas a un "y... lo hago porque me pinta" que a un postulado digno de análisis. Y eso, para nuestras cabezas que necesitan el control, que necesitan demostrar los límites de lo razonable, que no aceptan al sentimiento como una fuente de sabiduría, es (y perdonen la expresión) un dolor de huevos.

"Si no tiene un motivo razonable, carece de valor". Es el argumento favorito de la mente para mantener el control. (Tiene mucho miedo de perderlo).
Tal vez sea hora de escuchar, aunque sea por un rato, al enano ese que nos dicta cosas desde adentro. Para engañar un poco a la cabeza, primero dejémosle decidir en temas poco relevantes: el color de las medias, el segundo gusto de helado, la marca de la mayonesa. Y cuando nos demos cuenta de que por mas pavos que sean los temas en los que le demos incumbencia a nuestra corazón, siempre toma la decisión correcta teniendo en cuenta un mayor número de cosas y mas sutiles que la mismísima razón, de a poco le podremos ofrecer que guíe nuestra vida.

La idea no es reemplazar el intelecto por el corazón, sino equilibrarlo (el ancho de una columna que sostiene un puente no puede ser "presentido"... pero tampoco puede calcularse el valor medio del amor que le tengo a una morocha).
Hoy me vine hablador.
Un abrazo para todos.
Andá a saber quién es el verdadero destinatario de estas palabras. Si sos vos, avisame.


Joao

"No se puede evitar que los pensamientos fluyan, lo que sí puede hacerse es no dejarse llevar por cada uno de ellos"

lunes, abril 23, 2007

Y ahora te canto las 40

Uno trata de vivir sin molestar, de ser cuidadoso, de no perturbar... saben qué? eso no sirve para nada.
Mucha gente se acercaba y decía: "Che, que copado eso que estás escribiendo" y me daba palmadas en la espalda. Y yo con cara de falsa modestia decía "en serio te gusta? gracias...".
Hasta que apareció uno y dijo: "Che, está bastante bien, pero perdiste la frescura...".
Ehh! bardo! ¿Cómo es que viene un tipo y no cumple con el protocolo?. Me quedé con el "en serio te gusta, etc..." en la garganta y no me quedó otra que rememorar y aceptar: "si si... es totalmente cierto".
Bienaventurados los que no tienen miedo de aceptar lo que piensan y se lo dicen a los demás, porque están destinados a cambiar la humanidad.

Así que agarrensé, chitrulos, una nueva era de comentarios tajantes removerán las malezas que crecen sobre el intelecto de ruines que creen que sus postulados son irrevocables.
Provisto de una nueva idea genial (y choreada) recorreré el barrio gritando que no me gusta el nuevo peinado de la panadera, que opino que es ridículo el titubeante vuelo de las mariposas y que me parece que el universo está levemente torcido hacia la derecha.
Seré implacable hasta el fin de los tiempos. O hasta que venga uno y me diga que opina que es mejor ser sumiso y adulador.

Joao
Con la certeza absoluta de que lo le cabe duda alguna de que no está seguro de nada.

“Somos nuestras relaciones, estamos acá para modificarnos”