A veces no sabemos donde estamos.
A veces nos perdemos en una niebla espesa que cubre la cabeza, el corazón, las intenciones, los días y las noches.
Por ahí es interesante saber que en esos momentos es posible que nos estemos dirigiendo directamente al mejor lugar posible.
Como un barco perdido en un banco de niebla que, confiando en su buena estrella, llega impredeciblemente a buen puerto.
No entender una realidad tan compleja es parte de lo interesante es que estar vivo en el presente.
No hace falta entender todo. a vece es hasta mejor esta un poco perdido. Conocer cabalmente lo indispensable: saber que el sol nos da abrigo, que el pan calma el hambre y con agua la sed se aplaca.
Que las personas que están cerca nos sirven siempre de guías, a veces como ejemplo, a veces como contra ejemplo. Y tal vez no mucho más..
No hace falta entender todo para saber que estamos bien cuidados. Que el plan que nos rodea esta infinitamente tramado para la evolución de cada alma.
El paso que hace falta dar en estos momento de desconcierto, es un paso de confianza. Confianza en que la red está, o mejor: en que la red no hace falta, tenemos alas y funcionan de mil maravillas.
Si tratamos de comprender el infinito fractal que es la realidad en alguno de sus planos (atravesado a su vez por mil planos más) nos vamos a volver fríos, vamos a terminar frustrados en el no entender.
Nuestra mente no fue hecha para entender la realidad, sino para disfrutarla. Para sacar un provecho mecánico. Para alimentar el cuerpo, para vestirlo, para llegar lejos, para andar, para defendernos del entorno y a la vez aprovecharlo.
Gastar muchos años tratando de descifrar la filosofía abstracta de la cosas (y solo eso) es una pérdida de tiempo. Cada pensamiento abstracto de nuestra mente debe reflejarse en una acción en el exterior, sea cual fuere el cuerpo que deba afectar
Estudiar este mar de conceptos, de energías entrecruzadas es fascinante. Podríamos decir que asomarse a semejante obra maestra (La Obra Maestra) no solo es necesario, sino casi obligatorio. Pero no es de esta maravilla de la que tenemos que ser críticos de arte.
No caigamos en la trampa de suponer que podemos entender y corregir a los genios.
La vida es infinitamente compleja, cada arista, cada situación tiene miles de interpretaciones, todas válidas.
Hemos de tomar una, la que mejor nos parezca, rápidamente. Quemarnos en ese instante, y seguir libres hacia la próxima experiencia.
Hacernos uno con esa realidad inabarcable, y nutrir y ser nutridos a la vez.
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