Revisando papeles viejos en una estantería ajena me encontré con un manuscrito que me llamó la atención, por su antigüedad y por las dudas que me planteaban sus enunciados, plantados como certezas.
Sin mucho más preludio, incorporando por primera vez palabras de otro, lo tiro por acá.
Todo conjunto de eventos en esta vida tiene su factor común. Es de tipos inteligentes encotrarlo y volantear en las curvas de los sucederes con el espíritu en calma. Sabiendo.
Las tareas ciclópeas tienen maravillosas recompensas, sea que se alcance el éxito o no. Las mentiras tienen sus castigos; las mediocridades su "todo sigue igual"; las sinceridades no pueden dejar de tener alivios. Y los sueños, mal que les pese mis amigos, solo existen porque existe una realidad, siempre mas razonable y (justamente) por eso, mas fría y carente de magia.
Quien vive un sueño tiene que saber que va a despertar, acariciando el espacio vacío que deja esa "casi realidad", que gracias al empujoncito de Oniros, carece de las molestas imperfecciones de las que sufre nuestra cotideaneidad.
Atento debe estar el soñador de turno a la inconfundible sensación de "pero... cuándo llega el palazo?". Eso tendría que presentarse como una alarma, un aviso crucial de que se está parado en las nubes.
La joda es que nadie se quiere despertar. ¿Cuántas veces habremos hecho fuerza para dormir un ratito más? a ver si queda un poquito de sueño que nos devuelva por un rato a ese lugar que parece que han armado para uno. O mejor: que uno mismo a creado.
Como terminamos sabiendo siempre, llorar sobre la leche derramada es absolutamente inconducente. Aunque si me preguntan a mi me permitiré aconsejar algún berrinche que, llegado el caso, nos hará recordar que hicimos un gran esfuerzo por engrampar esa lámina de realidad mejorada sobre el lienzo siempre cambiante de nuestras vidas.
Una de las últimas verdades que escuché de un tipo fue: "el tema es que a veces uno no quiere entender que las cosas NO van a cambiar". Y me parece que me dijo mucha más de lo que suponía.
Los sueños llegan como mensajes, premoniciones o pruebas temporales de que lo que creemos desear. Es una probada a lo imposible.
Al final, sentados en la cama, con la primera luz de la mañana que entra por la ventana, preferimos preservar nuestra cordura: "Bueno... menos mal que de verdad no me gané ese millón de pesos... me traería un millón de problemas..."
Igual nadie atravieza una etapa o una crisis y se queda con las manos vacías. Puesto en vendedor de verdades baratas hasta me apuro en decir que la Divinidad sabe cómo hacer que cada uno aprenda lo que vino a aprender.
Y Él sabe mejor que nadie que somos (lamentablemente) hijos del rigor.
Como reflexión final, ahora mismo sé que prefiero un millón de problemas que valgan la pena a una sola certeza que no me complete.
Tengo que decir que, al igual que las sirenas, este texto tiene un canto que encanta y fascina, y hace que el tipo desprevenido se acerque a la cornisa de uno los mayores embustes que nos acechan diariamente: la realidad pautada por nuestra razón, seca, pelada y cruel.
Una realidad que se luce por negar toda magia, que impulsa a cada ciudadano a "hacer lo correcto", a ser lo que la razón dicta que tiene que ser.
¿Y por qué nos seduce tanto? Porque sin magia uno no corre riesgos, todo es calculado y, en definitiva, hasta los fracasos mas rotundos (presentidos por el corazón) pueden ser atribuibles impúnemente al azar, al destino, a la costumbre o a cualquier otro invento que eche la culpa para afuera.
El manuscrito nos tienta, contándonos que de vez en cuando podemos darle una probadita a lo improbable, y a la vez nos libera de la responsabilidad de jugarnos la cordura y el corazón, ya que toda locura acaba por terminar sanos y salvos, sentados en una cama vieja, lejos de toda magia.
No nos dejemos engañar por la única gran mentira: la realidad plana.
Cada vez que despertemos de un sueño, recorramosló con la mente, observemos las anomalías y tomemos nota. Seguramente mucho de él ya habrá quedado dentro nuestro. Y en seguida miremos hacia los lados: los marcos de las puertas, las veredas rotas, el color de la corteza de los árboles, los aromas familiares; algo nos dará la pista de que en realidad despertamos a otro sueño, seguramente mejor que el anterior, aunque eso solo lo demostrará el tiempo.
Vinimos aquí a aprender algo mucho mas importante que diagramar puentes, calcular cosenos, entender la fotosíntesis o cantar correctamente un fa menor.
El alumno 10 del grado, nuestra mente, que siempre responde primero, que nos delata cuando tratamos de jugar y nos acusa cuando en vez de hacer los deberes nos entretenemos mirando una flor, está a la orden del día. Su misión es no dejarnos crecer (o él estaría en serios problemas).
Yo no pienso dejar que se salga con la suya. Nos veremos a la salida y me llenará la cara de dedos, pero les aseguro que él no se la va a llevar de arriba...
Los sueños y la magia están ahí: para quien quiera y se atreva a tomarlos, para los que buscan y saben que hay algo más, para todo aquel que sepa (o sospeche) que el tiempo es corto, y sobre todo, para aquellos que saben que quien se arriesga de verdad y pierde, de todas formas gana.
Y por último, dejemos de señalar con el dedo al pobre Dios, acusándolo de nuestros malestares. Nos somos hijos del rigor, siempre se puede elegir... caramba, que solo sufre de verdad el que elige hacerlo.
Joao
[...] y en todo este tiempo, puedo afirmar que una verdad cambió para siempre mi modo de ver: lo imposible... solo toma mas tiempo.